miércoles, 11 de abril de 2012

BIOGRAFÍA DE BIELSA (10)


'LO SUFICIENTEMENTE LOCO', UNA BIOGRAFÍA DE MARCELO BIELSA (10)





SU TRANSGRESIÓN

... "LA MÍA ES UNA FAMILIA DE PROFESIONALES" 




Martín Prieto conoció a Marcelo en la época en que el técnico del Seleccionado argentino era "Cabezón" y no "Loco" (este apodo caería luego por decantación), por intermedio de un amigo en común, con quien iba a ver a la tercera de Newell's. En el libro de Rafael Bielsa y Eduardo Van der Kooy, "La vida en rojo y negro", Prieto escribió en uno de los capítulos: "Nos divertía que el Gordo -el amigo en común- conociera a un jugador de la tercera y más de la forma en que lo había conocido: en el colegio Sagrado Corazón. El fútbol estaba reservado para los de abajo; para los de arriba, quedaba el infinito glamour del deporte amateur, pero él -Bielsa-, un zaguero menos fino que el "Chacra" Moreira y un estratega diez veces más burdo que "Peluca" Segarra, los dobló a todos en transgresión".

Su hermano Rafael lo afirma: "En el colegio secundario de Marcelo, el Sagrado Corazón de Jesús de los bayoneses, había grandes jugadores de fútbol que jugaban en el Jockey Club pero que tomaban al profesionalismo como una incultura. Lo social-mente aceptado era el amateurismo".

Nunca Bielsa se refirió a la clase media alta de su familia, ni al prestigio que tiene su apellido en las aulas de derecho. Sí a ser la excepción de la genealogía: "La mía es una familia de profesionales y sin embargo jamás se opusieron a mis vocaciones. Quise ser jugador de fútbol y lo fui. Fracasado, pero llegué a jugar en la Primera de Newell's. Después inicié la carrera de preparador físico y la terminé, soy profesor. Finalmente trabajo como director técnico de fútbol, sin que nadie me mire con mala cara. Y digo esto más allá de que mi padre jamás haya pisado una cancha para verme jugar o dirigir; no es que no le gusta el camino que yo elegí, sino que no le interesa la actividad que a mí me apasiona", declaró hace diez años.

Durante su carrera de jugador, se distinguió de la media de los futbolistas. José Luis Danguise, compañero en Newell's e Instituto, contó en el diario "Ole" que "estábamos juntos a diario. Rompía las reglas, tenía libros a patadas. Vivíamos en el mismo edificio y él se cortaba, pasaba mucho tiempo solo". En el curso para director técnico, las horas de psicología se consumían por sus discusiones con el profesor. Y desde siempre, se caracteriza por un léxico distinto, con frases bien pensadas y descripciones largas. Cuando jugó en Córdoba, sus compañeros lo cargaban en el vestuario, por esas palabras tan suyas: episodios, discernir o amerita.

Braceó contra la corriente numerosas veces. Norberto González, secretario técnico del fútbol profesional de Newell's entre 1967 y 1992, fue uno de los primeros sostenes en la carrera de Marcelo. Decía conocerlo como nadie: "Me acuerdo cuando con 16, 17 años, se peleó con el padre y me vino a pedir una mano: quedarse en la pensión del club. ¿Cómo hacía para darle lugar a un chico de familia acomodada y rosarino, donde vivían sólo los chacareros que llegaban con una mano atrás y otra adelante? Hablé con el Gallego Martínez, que cuidaba la pensión de Mendoza y Moreno. ¡Para qué! A los dos días se puso loco porque se le había cruzado la idea de dormir con su moto bajo techo, al lado de su cama".

"Vivió en una pensión del club abrazado junto a su moto; se ve que necesitaba afecto", escribió su hermano.

Clelia González, viuda de Norberto, no quedaba fuera de las órdenes de Bielsa, cuando éste y a era técnico de la primera: A mí me encargaba grabar algunos partidos. Llamaba a cualquier hora; un día a la una y media de la mañana, tuve que decirle 'mire Marcelo, es tarde, estamos durmiendo...'. Mi esposo quiso a todos los entrenadores, Se llevó bien con todos. Pero con Marcelo era especial, le tenía más paciencia, quizá por ser mas joven". La disponibilidad horaria es otro rasgo que Bielsa piensa que debe tener cualquiera que trabaje cerca suyo, sean sus ayudantes o los jugadores, y éstos raramente soportan eso.

Carlos Ramaciotti, el director técnico, que también jugaba en las inferiores de Newell's siendo un año mayor, comparte muchos caracteres de Bielsa. Sobre todo, recoger todo lo posible para incrementar el conocimiento, lo que Ramaciotti define como una "aduana intelectual". En la época en que tenían como meta llegar a ser jugadores profesionales, los separaban cuestiones insalvables: "Teníamos poco trato. Era lógico: jugábamos en el mismo puesto y además, por mi posición económica yo tenía que llegar o llegar, en cambio su situación era otra". Bielsa llegaba a cada entrenamiento en su bicicleta negra, vestido de jeans y camisa. Sus compañeros lo cargaban diciéndole que las empleadas en su casa lo llamaban "niño Marcelo". Irascible, tenaz, se ofusca cuando alguien se interpone en el camino trazado, sobre todo en lo laboral. Y no tiene problema en exteriorizar su bronca. . .

Ya como técnico de la Selección argentina, el 8 de junio de 1999, en un viaje a Chicago para enfrentar amistosamente a México (2-2), fue almacenando rencores hasta explotar, algo habitual en él. Los jugadores habían tenido que separarse en taxis porque el micro no había aparecido para llevarlos a la práctica, el estadio Soldier Field no dio signos de vida de algún encargado de abrirles la cancha por varios minutos y luego los cancheros prohibieron que usaran botines. Uno de los empleados les escondió una bolsa de pelotas para que no pudieran entrenarse y evitar que maltrataran el reluciente verde campo. Bielsa, desencajado, fue a buscar luego a uno de los dirigentes que encabezaban la delegación, Jorge Bosco (de la Liga Marplatense), para recriminarle no haber intervenido. Tiempo después, como acostumbra, le pidió disculpas mediante una carta.

En el libro "Liderazgo" que escribió Jorge Valdano, al ser uno de los reporteados por el autor, Marcelo reflexionó abiertamente sobre algunas de sus inquietudes en su labor de técnico. Cuando respondió sobre las dificultades que impiden la comunicación fluida en los equipos, dejó ver cuestiones muy ligadas a sus preocupaciones más allá del fútbol. "El individualismo excluyente, que sitúa las conveniencias personales sobre los intereses colectivos; la incapacidad de reconocer errores, de sobrellevar con grandeza la sensación de ser criticado; el sentir el reconocimiento público del error como un hecho que lo vuelve más vulnerable y lesiona su imagen, y no reconocer la necesidad de esfuerzo sobre aquellos aspectos que exceden su capacidad natural y espontánea de prestación", fue su elaborada reflexión.

Bielsa nació en 1955, es de una generación que comenzó la adolescencia en tiempos de revolución y nuevas concepciones, como los beatniks que dieron lugar al hippismo, el rock como forma de manifestación en el Primer Mundo y los movimientos de liberación en esta parte del globo, como la Revolución Cubana. Crecido dentro de una juventud signada por modelos que lucharon por la igualdad social, Bielsa elige tres líderes: Mahatma Gandhi, Jorge Griffa (significativo en su vida) y Ernesto Guevara.

El Che, devenido en mito a su muerte, había dicho en 1962: “Yo trabajo 16, quizá 18 horas diarias. Duermo seis, cuando puedo dormirlas. No tomo. No voy a ninguna diversión, de ninguna clase, y soy un convencido de que tengo una misión que cumplir en este mundo y de que en aras de esa misión, tengo que sacrificar el hogar e incluso mi vida". Con muy disímiles objetivos, la lucha contra "el sistema" de un lado, ganar un partido de fútbol del otro, usó aquél y usa éste, los mismos recursos, la misma dedicación, para alcanzarlos.

Practicar un deporte o trabajar en un grupo sirve para conocer al prójimo. También para rescatar virtudes y jerarquizarlas. Fue el fútbol y su ambiente lo que le dio un parámetro a Bielsa: "Aprendí por el deporte que la generosidad es mejor que la indiferencia. Aprendí el valor del coraje, la importancia del esfuerzo y lo trascendente de la rebeldía. Son los tres o cuatro elementos con que después yo traté de orientar mi vida".

Bielsa transgrede, es distinto por naturaleza. No es el típico director técnico: tras ganar el Apertura '90 con Newell's, sorprendió cuando le pidieron una opinión sobre el subcampeón: "¿Qué le puedo decir de River? Y... que fue el mejor equipo del torneo". A la mayoría de los entrenadores les comienza a interesar la carrera luego de retirarse de la práctica activa; a Marcelo, no. El fútbol siempre fue lo de él, pero sin duda no para jugarlo. Mientras actuaba en Instituto, le mostraba a sus compañeros dibujos de quiénes debían ser los titulares y cómo debían moverse. Rafael le dedicó en su libro un capítulo entero, titulado significativamente "El D.T. de la máscara de hierro", en el que lo aisla del resto de sus colegas: "Está llamado a saldar una rancia antinomia detrás de la cual se alínean los hinchas, los entrenadores, los periodistas y hasta la Bolsa: pelota al pie versus centro a la olla, Huracán del '73 versus Estudiantes del '69. Tiene algo de cada uno de sus predecesores en la Selección, carece de rasgos de ellos y debe amalgamar algunos de los suyos, que no son pocos. El es escueto, Menotti es copioso hasta el empacho. Es práctico, contra lo dogmático que es Bilardo. Basile cree que el fútbol es una mezcla de profesión, diversión y suerte; Bielsa cree tanto que la profesión puede arrinconar a la suerte que no le queda margen para la diversión. Passarella dirige mirando para atrás, al Gran Capitán; él busca su estatua ecuestre en los años por venir".

En la conferencia de prensa del 6 de noviembre del 2001, anterior al partido de Argentina frente a Perú, lo interrogaron acerca de sus virtudes como técnico: "La frontalidad y la sinceridad son valores que todo aquel que está obligado a conducir, debe tener. O por lo menos, yo como conducido, siempre aspiré a que mis conductores actuaran conmigo de esa manera".

Ya había hablado en primera persona el mismo año, en otra de las extensas conferencias: "Me atrae la victoria y me doy cuenta de que el camino que más me acerca a ella es el protagonismo. Jamás pensaría un partido sin jugar en el campo rival". La única parte que deja conocer de su máscara polígona es la relacionada a su trabajo.

Jorge Griffa, a quien deberá estarle agradecido de por vida (fue quien lo moldeó, lo guió y lo recomendó), fundamenta la predilección que conserva sobre Bielsa: "El técnico que está convencido es diferente. El jugador no puede crecer en la duda. Él tiene un gran poder de comunicación y de convencimiento con los jugadores. Tiene la capacidad para estar al mando de cualquier grupo, conoce abajo y arriba, y cuenta con una juventud madura y condiciones muy buenas para la conducción". José Pekerman nunca lo elogió tan abiertamente como en una columna que escribió en el diario "La Nación", cuando se cumplieron 1000 días de la estructura novedosa formada por ambos en la Selección argentina: "Es tan apasionado como consecuente y perseverante, aprendo todos los días de él. He conocido a muchos colegas, cada uno con sus características, pero a Marcelo no lo puedo comparar con absolutamente nadie". Raúl Gámez lo llevó a Vélez y lo destacó siempre que tuvo adelante a Julio Grondona; él rescata otra diferencia con la mayoría de los técnicos: "Normalmente le echan la culpa al árbitro; a Bielsa jamás lo vas a escuchar después del partido quejarse de un juez . En toda actividad conviven y trabajan seres regidos por el mismo patrón de conducta. Se nota que él es un exponente por lo menos extraño en el fútbol. Para algunos será motivo de burla, para otros de reconocimiento. En las definiciones de las copas internacionales entre clubes, abundan las formas de sacar ventaja desde lo psicológico, por ejemplo los típicos aprietes. Cuando llegó a San Pablo para la revancha de la Libertadores que perdería, fue categórico ante la prensa brasileña, que le preguntaba si podrían soportar la presión belicosa que vivirían en las horas previas: "Los que generan estos climas hostiles antes de los partidos de fútbol demuestran una debilidad ante la alta competencia... Y los que le responden también".

Pekerman escribió en aquella columna: "La selección es el sentimiento de representación más grande y más fuerte que tenemos los argentinos. Entendí que desde esta vidriera se podían demostrar algunos valores perdidos y Marcelo lo hizo. Es alguien que debate, que no tiene prejuicios. No elimina porque se le antoja. Es un estudioso. Un constante formador de conceptos".

El periodista Miguel Marín razonó, antes del Mundial, que "la Selección nacional es una Argentina de ficción, donde juegan los mejores de cada momento y en la que, junto con el talento, se premia el esfuerzo. La resistencia que ha generado Bielsa está relacionada con el rechazo de los argentinos a aceptar esquemas rígidos y previsibles".

El escritor Esteban Peicovich redactó en "La Nación" que "la dirigencia del país debería incorporar la fórmula 'corazón y pases cortos' de Bielsa; o sea, sanata por rigor y temblor, que es como salen bien las cosas de la vida".

En ese sentido, un mejor rendimiento en Corea-Japón hubiera servido como un cachetazo en una nación donde "sacar ventaja" con furor, ha producido que algunos términos hayan perdido vigencia y valor, como por ejemplo "trabajo". Una nación signada, como escribió su hermano Rafael, por "la erudición del sálvese quien pueda".

Se cuida de no caer en excusas, pese a que "el que no llora no mama", y sólo disfruta de lo que merece, contra "el que no afana es un gil". Por todo esto le dicen Loco. Por ser distinto, por ir contra la corriente, pese a que tiempo después de la eliminación del Mundial haya dicho: "No me describo como un inocente. Soy una expresión de este pueblo, soy igual de malo. Yo también muestro la hilacha cada vez que puedo".

"Una nueva Argentina se merece a Bielsa", rezaba una bandera que algunos hinchas de Newells llevaron para recibirlo en el aeropuerto de Ezeiza, después de quedar eliminados del Mundial. Paradójicamente, ese día dijo: "Si hay que buscar un responsable, ése soy yo". Se hizo cargo; cuánta falta hace que lo hagamos cada uno.

Sabemos nuestra historia. La padecemos. Menos claro es dilucidar a este ejemplar que no la simboliza ni le pertenece.

No hay comentarios: