miércoles, 11 de abril de 2012

BIOGRAFÍA DE MARCELO BIELSA (2)


'LO SUFICIENTEMENTE LOCO', UNA BIOGRAFÍA DE MARCELO BIELSA (2)





DESTINO 

"NO HEMOS HECHO NADA DE NADA" 

En 1981 concluía para muchos argentinos la desventura del exilio obligado. El régimen que los había despedido comenzaba a caer en desgracia. Rafael Bielsa, abogado rosarino y militante del justicialismo, volvía entonces desde España, que había cobijado a tantos de aquellos. Después de haber pasado el año 1977 secuestrado y haber entendido que transitoriamente no tenía lugar en su país, podía ahora reencontrarse con sus afectos. Su hermano Marcelo, dos años menor y a quien constantemente se le presentaban inquietudes, fue a recibirlo al aeropuerto de Ezeiza. En pleno viaje posterior a Rosario en ómnibus, giró para decirle "estamos cerca de los 30 años y no hemos hecho nada de nada".

Rafael, ex ministro de Relaciones Exteriores de la Nación, no sólo coincidió en ese momento, sino que hoy lo recuerda significativo: "Yo tenía 27, él 25 y en verdad no habíamos hecho nada trascendente. Yo podría haber muerto cuando me secuestraron y él, que había dejado muy temprano la carrera de futbolista, podría haber seguido con sus quioscos de diarios y sus pensiones. El destino es muy esquivo, hace esas cosas. Te enfrenta con situaciones de anonimato y de extremo peligro para ver si tenes la capacidad para trascender".


El destino, importante punto de partida para conocer al director técnico del seleccionado argentino de fútbol. Por lo que opina de él, por cómo se preparó para enfrentarlo y por cómo lo enfrentó. Puede manifestarse de diversas maneras el destino en la vida del hombre. Según Sábato, no siempre en abstracto. Sí en la carrera de Bielsa: de su frustración por no haber desarrollado en Primera División sus sueños de jugador, pasó a ser el técnico campeón más joven del fútbol argentino. La abogacía figuraba en el legado impuesto por abuelo, padre y hermano mayor. El abuelo, Rafael, fue uno de los propulsores del Derecho Administrativo argentino, tuvo importante cargo en el Colegio de Abogados de Rosario y creó numerosas obras jurídicas que siguen teniendo actualidad en la facultad. Incluso le fue ofrecida la presidencia de la Corte Suprema de la Nación. Pero Marcelo se propuso torcer lo genéticamente trazado, lo predestinado, porque guardaba otra vocación: el fútbol. Como todo solitario, gasta mucho tiempo simplemente en pensar, en procesar la realidad. Puede llegar a anotar un concepto cuando lo elabora, pero ese concepto le sirve para desarrollar uno nuevo. Tiene un permanente deseo de incrementar su conocimiento, al cual llega buscándole a todo una causa e imaginando distintas consecuencias. Descreyendo de lo que sale bien desde su concepción. Su pregunta más típica es "¿qué te parece?", aunque como dice su gran amigo Carlos Altieri, "siempre termina haciendo lo que él quiere". Pregunta porque todo debe tener su razón de ser. No discrimina la fuente de información, cree que en cualquier lugar puede encontrarla. Tiene firmes convicciones, aunque en lugar de explicarlas se esconde y se cierra. Definido alguna vez como arquitecto de lo eventual, y aunque nunca intuyó quedar eliminado de la Copa del Mundo de Corea-Japón tan rápido, es propenso a pensar siempre lo peor. De ese modo sus preparativos son más fuertes que los que la realidad luego le depara. Y asimismo, por ser así en la vida como en el fútbol, imaginando un partido, intenta vanamente que el azar dibuje sus chances. 

Dice que "los equipos totalmente mecanizados no sirven, ya que los sacas del libreto y se pierden", aunque en el Mundial el equipo pagó por su falta de espontaneidad. Pero está claro que menos le gustan "los que viven sólo de la inspiración de sus solistas. Porque cuando Dios no los enciende, quedan a merced del rival". Da por cierto que la inspiración es un acto dependiente de la acción divina y la echa de menos en el fútbol. "Jamás podría reprocharles a mis jugadores la falta de talento. En lo que sí soy inflexible es en la entrega, porque depende sólo de la voluntad de ellos, de que sólo lo quieran, no de que Dios los ilumine". 

Una cita futbolística del libro de su hermano, "La vida en rojo y negro", explica la previsión de todas las posibilidades: "Habrá un tiro libre en el vértice del área rival; alguien lanzará un centro, ciertos jugadores irán al destino natural de la pelota, otros al error del rival y un tercero al error del compañero, porque un shot equivocado no quiere decir que no pueda terminar en gol". 

Intenta Bielsa incorporarle un gran aporte de mecanización al fútbol, tan dinámico e impensado. Pero por más que trabaje sobre ello, nunca logrará que sus dirigidos tengan una respuesta para cada alternativa del juego. No es casual que un técnico que tiene en cuenta todo detalle como lo es Bielsa, haya reconocido que a su equipo le faltó frescura en el Mundial. De esa forma de trabajar proviene el éxito de sus equipos y también sus detractores, que no le cuestionan su forma de ser o actuar, sino sus modos de entender el fútbol.

Ángel Cappa, un técnico alistado detrás de la línea de César Menotti en cuanto a crear el ámbito ideal para que los futbolistas justamente se iluminen, lo define claramente: "Con Bielsa no comparto el criterio ni el punto de partida. Arranca de un esquema y después a ese esquema le pone los hombres. Trata en un papel de hacer el fútbol previsible para que no se le escape ningún detalle táctico. No digo que esté bien ni mal, no me gusta. Yo parto de los jugadores. No quiero soldaditos obedientes del sistema. Saber de fútbol es saber de futbolistas y no de táctica". Marcelo disiente con este tipo de apreciaciones, sobre todo porque dice partir de las ideas y no de un esquema. 

Su previsión, en el fútbol y en la vida, no tiene que ver con un derrotista. Lo atestigua la exigencia a los directivos del Espanyol de Barcelona en 1998, de incluir una cláusula que atendiera una eventual rescisión de contrato, si recibía una oferta de la Selección argentina. 

Al ex futbolista Fernando Pandolfi le pidieron que contara una orden ridícula que recibió de un técnico y recordó una anécdota de cuando Marcelo dirigía en Vélez: "Teníamos que jugar contra Racing y Bielsa nos hacía hincapié sólo en Michelini. En lo importante que era en el mediocampo, que sorprendía cuando se adelantaba. A nosotros nos parecía por lo menos raro, Racing tenía muy buenos jugadores en ese momento: Capria, Delgado, el Piojo López. Al final, por seguir a Michelini, un luchador, le terminé sacando un gol en la línea". 

Bielsa quiere que sus ayudantes le traigan soluciones y no les tolera una excusa ni el "pero" justificador, como aquella teoría de Proust: los "aunques" son casi siempre "porqués" desconocidos. 

Las guías de Bielsa son la disciplina y fundamentalmente, la planificación. No es cuestión de esperar lo que viene. Todo debe estar antes programado. Suele escuchársele en una referencia a su trabajo como técnico, "la tarea que a mí me tocó realizar".

Pero bien sabe que a nadie "le toca" nada si no procura por ello. Bielsa se prepara para lo que le puede pasar y entonces nunca encontrará en la suerte un motivo. Enfrenta al destino, así como otras veces jugaba con él: de joven, con su hermano creían que algunos hombres cargan con su sentencia. "Decíamos que hay apellidos que algunos jugadores llevan y que irremediablemente los harán triunfar, sobre todo si coincide con los puestos donde juegan. Es muy difícil que un jugador que se llama Cáceres y juega de 9, no vaya a ser por lo menos bueno". 

Es curioso el tratamiento de los apellidos en una nación donde el tango fue tango una vez que llegó a París. En Rosario, ser Bielsa significa ser bien. De ninguna manera estaba predestinado que el hijo de una familia aristocrática se codeara, con el tiempo, con el ambiente popular del fútbol. 

Aunque luego deberá revalidarlo, cada uno parece nacer con un designio según el apellido que porta. "Yo mismo soy capaz de hacer un buen pase. Pero realizarlo en un partido intenso, con la marca encima y nada de tiempo para cerebrar, es para elegidos. Por eso sólo Bochini es Bochini", dijo. 

La suerte la reserva para librarse de análisis personales. Cuando asumió en la Selección argentina, opinó que su designación "tiene muchísimo de casual, quiere decir que ostento un cargo para el cual no he hecho demasiado. Siempre estará el riesgo de que mi respuesta pueda ser interpretada como un signo de falsa modestia o humildad intencionada, pero sinceramente las cosas en el fútbol, a diferencia de otras actividades profesionales donde hay una secuencia más previsible, encierran mucho de casual. Y la suerte a mí me ayudó". 

Los pibes que dirigió en las inferiores de Newell's, fueron los mismos con los que luego salió campeón dos veces en Primera. Aunque Vélez lo había tentado en 1992, llegó recién seis años después a un club ya ordenado, para sumar su tercer título. Gabriel Batistuta, parte de la carnada de juveniles que ascendía siendo dirigida por Bielsa, rechazó su propuesta de reunirse nuevamente ya como profesionales; tuvieron tiempo de volver a unirse en el representativo nacional. Ubaldo Fillol había posibilitado que Newell's obtuviera el Apertura '90, con una gran actuación jugando para Vélez contra River; una década después, ingresó en la AFA como entrenador de arqueros: allí estaba Marcelo para agradecerle con posterioridad. Ángel Coerezza fue el arbitro de su primer partido como jugador en Primera; volverían a coincidir uno como técnico y el otro como encargado del predio de Ezeiza donde concentra la Selección argentina. Las ofertas que había rechazado del fútbol chileno a principios de la década pasada se repitieron en el 2007, ya no de Universidad Católica sino del equipo nacional.

El tiempo le fue dando a la carrera de Marcelo Bielsa forma de un viaje cíclico. Desconfiado del ritmo natural de la vida, respetuoso de su vocación, y sobre todo siendo un ser que niega que el destino esté echado; su primer gran objetivo, el de trascender, el de "hacer algo", quedó bien atrás.

No hay comentarios: