miércoles, 11 de abril de 2012

BIOGRAFÍA DE BIELSA (7)


'LO SUFICIENTEMENTE LOCO', UNA BIOGRAFÍA DE MARCELO BIELSA (7)







ESPANYOL

... "PENSÉ QUE PEKERMAN QUERÍA SOLICITARME ALGÚN VIDEO" 



Existe un mito acerca de los directores técnicos europeos. Por idiosincrasia, en este lado del mundo se supone que todos trabajan con una severidad desconocida en estas tierras. Los jugadores argentinos que los experimentan y hablan con fundamentos, reconocen que aquellos tienen un mayor apego por el orden táctico, que la frialdad en las relaciones los convierten en personajes impenetrables, pero que no se diferencian demasiado en los sistemas de entrenamiento. Marcelo Bielsa es considerado excepción aquí y también allá.

Antes de que asumiera en el Espanyol de Barcelona (el 10 de junio de 1998), los medios adelantaban que estaba por arribar un personaje por lo menos distinto. Su particular visión del juego, ausentarse de las prácticas si el plantel trabaja sólo en lo físico, sus inusuales ejercicios con cintas seccionando el campo de juego, provocaron que "El Periódico" publicara al poco tiempo que "en los pasillos del Montjuic (el estadio del Espanyol) se escucha que este entrenador no dura ni dos meses", con el clásico modo de darle vida a lo abstracto que a veces maneja la prensa, algo también propio de aquí y de allá.

A su ida, que no se dio a los dos meses pero sí a los cuatro, debido a que la Selección argentina asomaba y no por sus inusuales formas de trabajar, el diario "Sport" tituló "Un sistema que no cuajó". Una victoria, dos empates y tres derrotas en el inicio de la Liga, pasar de ser el conjunto menos goleado de la temporada anterior a recibir más de un tanto por partido, jugadores que sentían en el último cuarto de hora el gran desgaste físico, un amistoso ganado en Turín ante la Juventus, una decisión salomónica como fue disputar con los suplentes la Copa Intertoto (que clasifica para la UEFA, el segundo certamen continental a nivel de equipos) y una despedida turbulenta marcaron su gestión.

Cuando José Pekerman lo visitó en el Hotel Hesperia, el lunes 12 de agosto de 1998, aprovechando que había viajado con el Seleccionado Sub 21 en Valencia, Marcelo pensó que "quería monitorear a algún jugador argentino de los que estaban en el Espanyol, solicitarme algún video o algo por el estilo", no ofrecerle el cargo soñado de entrenador de la Argentina.

Así y todo había previsto incluir una cláusula que según el Derecho español le garantizaba pedir la rescisión en caso de recibir una oferta del Seleccionado mayor argentino, para no irse en una postura unilateral. Y ese pedido lo hizo en reuniones que le sirvieron para conocer los intereses que mueve una pelota (que luego volvería a sufrir mientras dirigía a la Argentina), ya que debió toparse con nueve de los dieciséis empresarios que controlaban el 47% del paquete accionario del club. Hombres adinerados que suelen tomar sus determinaciones de acuerdo a la Bolsa de Valores y que se acercaron al fútbol desde que se convirtió en un gran comercio, casualmente lo despreciado por Marcelo.

Debido al típico cuidado de su imagen (no estética sino moral), Bielsa nunca quiso renunciar. Es más, tras un entrenamiento, llegó a detenerse ante un hincha que le había gritado "hay que tener palabra'; en vez de ignorarlo, se dio vuelta y le contestó: "Antes de hablar, primero tienes que informarte".

Daniel Sánchez Libre, presidente del club, calificó luego esos cónclaves de rescisión de contrato como "guerras". Justamente con Sánchez Libre mantuvo buena relación, no con aquellos que le comunicaron su alejamiento: el vicepresidente Alfred Torras y el director general Fernando Molinos.

El 2 de septiembre habían decidido que el 24 de diciembre de 1998 fuera su fecha tope como entrenador del Espanyol. Pero el flojo rendimiento del equipo aceleró su ida. Un equipo desorientado al enterarse de que tenían técnico por cuestión de días, no respondía en la cancha. Más que por su viaje a la Selección, Marcelo terminó abandonando el Espanyol por la falta de victorias. La dirigencia apuró entonces la incorporación de Miguel Brindisi antes del derby contra el Barcelona, el partido que quería Marcelo para despedirse, tan devoto de los clásicos y de los partidos con presión. Además, imaginaba que un clásico era ideal para mitigar la deuda que sentía con una ciudad donde se había encontrado muy a gusto, con sus hijas estudiando en catalán, y él como había querido siempre: trabajando en Europa.

"Mundo Deportivo" del 20 de octubre ilustró la nota con una foto de Torras y Molinos caminando con la frente alta, fieles a su imagen de hombres de negocios, y en el medio, Bielsa, con la cabeza gacha y resignado. Por segunda vez en su carrera, así como en el América de México, lo echaban por los resultados.

Cambió el término 'nostalgia" que utilizó cuando se hablaba de su alejamiento para ir al Seleccionado, por el de "decepción profunda" al saberse despedido. Y dijo: "Jorge Valdano tiene razón cuando dice que al directivo, aún cuando te elogia, hay que mirarlo como al señor que acabará echándote".


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