viernes, 13 de abril de 2012

BIOGRAFÍA DE MARCELO BIELSA (14)


'LO SUFICIENTEMENTE LOCO', UNA BIOGRAFÍA DE MARCELO BIELSA (14)






EL INCONFORMISMO ARGENTINO

... "MI DECISIÓN SIEMPRE CONSPIRARÁ CONTRA ALGO DE TODO LO QUE SE PIDE" 



Cuando Carlos Ramaciotti lo sucedió en el América de México, Bielsa sólo le hizo una mención al compatriota que tomaba su posta: le advirtió que se cuidara del periodismo. Haber trabajado en un club manejado desde hace décadas por el multimedios Televisa, haber tenido que convivir forzosamente con cronistas simplemente porque tenían el mismo patrón, lo hizo recapacitar acerca de la relación conveniente con la prensa. 

Percibió que los medios ponderan sólo lo inmediato; que sumidos en la vorágine de la información diaria, interesa tanto el éxito más allá de que sea momentáneo, que relegan la consideración a aquellos que se esfuerzan a largo plazo. Fue un verdadero punto de inflexión en su trato con el cuarto poder. 

Por eso tomó una decisión salomónica apenas asumió en el seleccionado argentino, dos años después; con su estilo, casi extremista. Prácticamente borró de su agenda y de su memoria a los periodistas con quienes los unía un lazo afectivo. 

De esa manera, se aseguraba no hacer diferencias, más allá de que el poderío económico de Torneos y Competencias respecto del resto podría haberlo seducido, y sobre todo, mantenerse a distancia, sobre todo después de los choques que habían tenido los mismos jugadores con la prensa, durante la era de Daniel Passarella. Sólo los resultados, pensó, condicionarían su imagen en los medios, por más atención que les dispensara. 

La tónica que incorporó fue atender los requerimientos únicamente en conferencias. Las rondas de preguntas y respuestas duraron hasta tres horas, se extienden lo que las interrogaciones demandan. Sin posibilidad de semblantearlo en ese formato de entrevistas, casi sin repreguntas, nunca se abrió lugar a indagar sobre su vida privada y sus pensamientos profundos. Sólo se prestó a charlas informales, sin grabadores ni cámaras, en Chicago y en Wembley, los dos primeros viajes del Seleccionado (hasta que un periodista ventiló lo hablado con los grabadores apagados). Indudablemente, un plan diseñado a la medida de sus preferencias. 

Con Juan José Marón, periodista del diario "Ole", tenía buena relación. Una vez que se encontraron con el motivo de una nota, Bielsa primero cruzó a un mercado, en el que compró fiambre y jugo de naranja, y lo invitó a comer. Cuando Marón le recordó la nota, el por entonces técnico de Vélez le contestó: "Qué nota ni nota... Coma este queso que es de primera. Si salimos campeones, le doy la nota". Vélez fue campeón y el propio Bielsa le recordó la entrevista. Eso sí, cuando asumió para el equipo nacional, le anticipó: "Quiero que haya igualdad para todos, que tenga el mismo trato un periodista de Jujuy que uno del mejor medio de Buenos Aires. Así que no vamos a hablar más". Su hermano Rafael, en los meses posteriores a su llegada a la Selección, ya imaginaba lo que ocurriría: "Mantendrá buena relación con el periodismo deportivo científico. Genéticamente condicionado como un anofeles, agradece jubiloso todo lo que lo ayuda a pensar. Y desdeña más la mala intención de lo que venera la inteligencia. El periodismo tendrá que tener presente que posee una capacidad de hacer sentir tan incómodo como lo hicieron sentir a él". 

En su primera época como técnico los periodistas le pasaban por fax las notas antes de editarlas; no las corregía, pero solía enojarse. Cuando asumió en el Espanyol, un cronista le preguntó por su mala relación con la prensa; "ya tendrá ocasión de verificarlo", le contestó escuetamente. 

Francisco Reyes trabajaba en las relaciones públicas del América cuando Bielsa fue el técnico y también cubría los entrenamientos para Televisa, el gigante mexicano de televisión; Reyes se acuerda de esa época: "Trataba de pensar bien las preguntas que le iba a hacer, porque cuando le hablábamos de cosas muy generales, él respondía algo obvio. Una vez un periodista le preguntó por qué contestaba siempre lo mismo y él le devolvió la respuesta: '¿Por qué usted me pregunta siempre lo mismo?' le dijo". 

Para acceder a hablar mano a mano con un periodista, llegó a cerciorarse de que el interlocutor entendiera de fútbol y lo probó con dibujos de sistemas tácticos, formaciones y movimientos que se pueden dar en una cancha. 

Los considera gravitantes por ser quienes forman la opinión. Demostró esto en la conferencia del 4 de diciembre del 2001, tres días después del sorteo del Mundial, al decir que "si bien no es lo mismo superar a una potencia que superar a un equipo de segundo nivel y no es lo mismo ganar jugando bien que hacerlo casualmente, en definitiva únicamente estaremos de acuerdo en la posición donde se pretende y donde se imagina en el Mundial. Lo que se considera, no digo lo que a mí me importa, lo que se considera de parte de los analistas y luego los espectadores, es donde terminemos". Para conocerlo hace falta leerlo entrelíneas. Ese luego marca el camino del mensaje a través de los receptores, que cuando se convierten en emisores, pueden distorsionarlo a su gusto.

En mayo del 2003, dejó claro el porqué de su resistencia a los periodistas en general: "No hay método más preciso para educar que los medios de comunicación, y me rebelo contra los mensajes que se envían". Volvió a reprochar la insensibilidad, la inmediatez y la falta de una corriente interna que enfrente a la mayoría en ocasión del retiro de Nelson Vivas, asediado entre otras razones por las críticas. 

Desde el trato que recibió en México, Bielsa quiere bien lejos a la prensa. En sus comienzos no tenía problema en sentarse a una charla informal sobre fútbol. Hoy, en sus formales respuestas de las conferencias con marca registrada, a algunos le disgusta la forma en que expone (lo tildan de soberbio) sus conocimientos del juego. 

Así como Julio Grondona reconoce que quien le habló de Carlos Bilardo fue Fernando Niembro, Marcelo Araujo se adjudica, entre amigos o entre colegas, el nombramiento de Bielsa como técnico de la Selección. Sin embargo, Niembro conoció anteriormente a Marcelo en sus viajes por Sudamérica en ocasión de la Copa Libertadores. "Hablaba mucho con él. Y le dije a Araujo que teníamos que armar una reunión, que se trataba de un personaje notable", recordó en uno de sus programas. Luego sería quien más lo criticaría entre los periodistas de Torneos y Competencias, la empresa que domina mediáticamente al fútbol argentino. 

Miguel "Tití" Fernández lo visitaba cada vez que Newell's se concentraba en Buenos Aires. Vislumbrado por una tarea que les encomendaba a los jugadores (por ejemplo, seguir con atención los artículos periodísticos del rival), lo llevaba a las cenas que los jueves a la noche, reunía a personajes del fútbol como Luis Bonini, Carlos Griguol, Adrián Paenza y Víctor Hugo Marchesini. Fernández cree que "Marcelo es un tipo con mucho afecto para dar. Coincidí en no darle prioridad a ningún medio, pero le aconsejé hacer conferencias en distintos puntos del país . 

Bielsa le da especial atención a cómo fabrica antinomias la prensa. Para no prestarse no responde a opiniones ajenas. El fútbol ha sido históricamente un lugar propicio para dejar crecer opuestos y generar sus enfrentamientos. 

En ese sentido, Fernando Redondo alineó a directores técnicos, periodistas y algunos jugadores. Ser casi el único volante central con más condiciones de distribución que de recuperación, lo erigió en el referente de un grupo que profesa un fútbol que cuesta desplegar desde hace tiempo y que fue tildado de lírico. No fue sólo la cabeza levantada y el borde externo del pie izquierdo para jugar, sino también aquella negativa a Bilardo para integrar la Selección en el '89, que tuvo como razón su rechazo al Narigón y como excusa sus estudios, la que lo situó en "el camino a seguir", formando un bando claramente identificable. 

Julio Ricardo Villa, uno de los que se alistan en ese grupo, criticaba en la revista "Sólo Fútbol", en septiembre de 1999: "Nuestro problema hoy es que nos la pasamos copiando y nos olvidamos de la esencia. Queremos, por momentos, vivir en la Argentina y jugar al fútbol europeo. Yo soy de los que no creen que cualquier jugador puede andar en cualquier sector de la cancha y cualquier andarivel. Bielsa deberá decidirse entre Redondo y Simeone. Según como pretenda jugar, se definirá por alguno de los dos". 

En la revancha ante Brasil (2-4 en Porto Alegre) Redondo jugó por última vez con la camiseta argentina. Primero desistió de jugar la Copa América y luego de un partido amistoso. Bielsa todavía seguía opinando, pese a que no le gusta realizar valoraciones sobre un jugador en particular, que "es un futbolista con condiciones demostradas de ser interpretado como uno de los mejores exponentes del fútbol argentino en esa posición".

El 15 de marzo de 2000, Redondo rechazó la convocatoria para jugar frente a Chile, en la apertura de las Eliminatorias (su tercera negativa a este cuerpo técnico), debido a que no quería alterar su rendimiento por atender dos frentes. Para el entrenador resultó suficiente la causa expuesta. "Su postura de no poder atender los partidos del Seleccionado no fue variada. De haber tenido la imposibilidad sólo por un tiempo, me lo hubiera planteado; estamos hablando de un profesional. Es un tema agotado para mí", manifestó Bielsa un par de meses después, allí sí brindando su parecer. Luego, las operaciones en la rodilla lo alejaron de las canchas y evitaron que el clamor de aquel sector acompañara las decisiones de Marcelo. Sería el tiempo de los pedidos por Juan Román Riquelme, luego Carlos Tévez y varios otros. 

Las lesiones de Fernando Redondo solucionaron lo que hubiera sido una constante entre defensores de él y los de Diego Simeone: que se debatiera en el orden de que elegir a uno equivaliera prácticamente a odiar al otro, tal como sucedió luego con Gabriel Batistuta y Hernán Crespo. El rechazo a estas actitudes, siempre provocadas, es de familia, porque su hermano tiene una opinión interesante: "Las antinomias son propias de países incultos. Esconden la debilidad del análisis. Ocurre que muchos medios han hecho de la antinomia una marca registrada y por eso los escuchan o los leen. Pero en las naciones con una cultura vieja, el pensamiento es mucho más avanzado". Al respecto, en la Argentina se planteó alguna vez la cuestión entre el corrupto y resoluto, o el honesto e incapaz: ¿no podremos apuntar a una mezcla? Desde el puesto de técnico del Seleccionado de fútbol, un cargo cuya toma de decisiones es unipersonal aunque a veces parece supeditada a millones de voces, queda también muy evidente lo imposible que es conseguir la totalidad de criterios a favor. El escritor Orlando Barone lo ejemplificó: "Ni Dios tolera la unanimidad ya que carga con su coro masivo de ateos, herejes y agnósticos. Tampoco el diablo, aunque aspire a lograrla". 

Siempre una fracción alzará su queja. Marcelo lo sabe: "La gente tiene una vinculación muy marcada con el triunfo. Se reclama estilo, pero también que ese estilo le permita el triunfo". Con el equipo punteando cómodamente en el continente, fácilmente podía advertirse algún déficit: "¿Si falta pausa? Se reclama pausa cuando hay ritmo y velocidad. El rasgo del equipo es la aceleración y no la pausa. Pero es muy difícil encontrar equilibrio". 

Los jugadores se molestaron con la crítica, del periodismo y de la gente, por primera vez (sería recurrente luego) en el 2-1 a Brasil por la segunda ronda de la clasificación al Mundial. Crítica en la cual se prestó más atención al flojo primer tiempo que a la gran recuperación en el complemento. Bielsa desarrolló una larga explicación, que contemplaba, según él, la necesidad de analizar teniendo en cuenta al rival, la propuesta de juego de éste, los detalles tácticos, la comparación con otros partidos y concluyendo: "Si me preguntan '¿jugaron bien?', digo 'no, intentamos pero nos fue imposible', pero que jugamos mejor que el rival es indudable". Hizo todo lo posible para que el periodismo entendiera su postura implícita: él quisiera que reclamen considerando que a veces hay que resignar el ideal y que es imposible conformar a todos. 

Le interesa fundamentalmente que quede bien entendido lo que dice y se toma el tiempo necesario para hacerlo. Se valió de casi diez minutos para dar su visión del empate ante Uruguay, en la última fecha de las eliminatorias, cuya última parte se desarrolló bajo un pacto de no agresión para permitir el pasaje de los charrúas a Japón-Corea; recordó cada movimiento de ambos equipos en el campo para convencer de la honestidad y la transparencia, aunque apenas después del encuentro, había calificado de trámite "neutro" a aquel tramo.

En una de las conferencias en el predio de Ezeiza, Bielsa había deslizado que ningún equipo juega regularmente bien en el mundo. La ronda se había tornado interesante, como siempre cuando la temática pasa por sus reflexiones de fútbol, pero dado que ya llevaba más de una hora, varios camarógrafos y periodistas se habían retirado. Martín Cicioli, de la radio Rock & Pop, quiso recalcar en "cómo se juega, algo que no me parece un tema menor", pero Bielsa lo interrumpió: "Mire, sí es un tema menor. Si usted mira la cantidad de gente, se dará cuenta de que sí es un tema menor. Para el medio futbolístico es un tema menor y está expresado en la cantidad de gente". 

El periodista quiso retomar la pregunta y lo volvió a frenar: "Es muy importante puntualizarlo. Si usted tiene diez personas que recorren equis cantidad de temas y cuando llegamos al tema principal, hay dos, evidentemente es porque el tema es menor. Para la concepción grupal". No quiso el técnico rendirse a la posibilidad de no dejar claro su parecer. "Eso no quiere decir que esté bien", le dijo el cronista; "no, de ninguna manera, le quiero decir que es útil hacer esta aclaración", concluyó tratando, como siempre, de apropiarse de la última frase. 

Marcelo Bielsa se sorprende por la cantidad de puntos de vista distintos que genera un tema. Así como es improbable la unanimidad de criterios y la conformidad total, siempre habrá algún motivo de crítica: el eterno "gataflorismo" argentino, potenciado por la exigencia impuesta al "equipo de todos". 

Un día lo definió claramente: "Hay tres mensajes. El primero, el rechazo que genera que un jugador creativo asuma roles momentáneamente defensivos; por ejemplo, Ortega asumiendo alguna posición circunstancial defensiva respecto al lateral rival que le tocaba enfrentar. Otro mensaje es que tienen que jugar todos los mejores, porque Brasil alguna vez jugó con cinco números 10. Y el otro es que a veces el equipo se descompensa defensivamente porque hay mucho ataque. Cuando uno tiene que hacer convivir todo, termina tomando decisiones que afectan alguno de esos tres mensajes. Si un ofensivo asume roles defensivos, no está bien; si un gran jugador queda afuera, no está bien; y si nos descompensamos defensivamente porqué atacamos, no está bien. Bueno, mi decisión siempre va a conspirar contra alguno de todos esos mensajes que se piden". 

Cada convocatoria ha sido el desencadenante más fiel de esta aseveración. Existen gustos de los más variados. Y fundamentalmente, recayendo en la mítica posición de número 10. Antes del Mundial de 1978, César Menotti había afrontado un problema similar, al tener que elegir entre José Daniel Valencia, Julio Villa, Norberto Alonso, Ricardo Bochini y Diego Maradona. 

Bielsa siempre demostró sus preferencias entre Juan Sebastián Verón, Pablo Aimar, Marcelo Gallardo, Juan Román Riquelme y hasta la posibilidad de Andrés D'Alessandro: "Existe una gran cantidad de exponentes muy aptos para esa posición. Pero no pueden jugar más de los que juegan. No pueden estar todos los que quisiéramos. Yo escucho: '¿cómo tal jugador no está entre los mejores 20 jugadores del fútbol argentino?'. Pero uno no puede designar cinco jugadores en un puesto y sólo uno en otra posición para que tengan cabida los que son mejores. Aquel que no es convocado, no quiere decir que no sea reconocido, sino que la idea es conformar un grupo de manera compensada. El que observa de afuera dice 'el equipo está bien defensivamente, pero no juega tal', y cuando juega tal, dice 'sí, de mitad en adelante bien, pero de mitad hacia atrás, mal'. Lo que uno trata es de conseguir algo satisfactorio hasta sabiendo que resigna cosas". 

Si tiene Bielsa un rasgo que lo define es cuando levanta la cabeza. Mira a los periodistas a la cara sólo en determinados momentos. Cuando reconoce la voz de un cronista de su agrado. O cuando lo invaden las suspicacias y quieren avasallarlo. En ese caso lo hace con los ojos bien abiertos, buscando ser claro y a la vez, implacable. 

El alma se revela a través de la cara. René Descartes escribió que "no hay pasión alguna que no sea revelada por un gesto de los ojos". Y esto se potencia en aquellos que tienen una marcada timidez, como es el caso. 

Pocos deben recordar su poca inserción en el público argentino cuando comenzó la gestión en el Seleccionado. Julio Grondona no le extendía ningún signo de ratificación a mediados de 1999. A la vuelta de la Copa América de Paraguay, en una conferencia con gran carga pasional, respondía si la eliminación a manos de Brasil podía derivar en su renuncia, levantando la vista firme y tensa, buscando tal vez alguien que le devolviera la confianza. No había imaginado hasta ese tiempo las presiones que significa dirigir el equipo de todos. La falta de aliados y gente de poder que le transmitieran seguridad, lo hicieron mostrarse tal cual nunca quiere. 

También se lo vio descolocado en la rueda de prensa anterior al partido contra Suecia, el que marcó la eliminación del Mundial. En esa ocasión tuvo cruces con varios periodistas. Cuando Eduardo Castiglione, del diario "Ole", quiso definir los movimientos de los extremos izquierdos del equipo, lo corrigió en tono fuerte: "Yo no dije que Claudio López y Cristian González cumplen la misma función, sino que persiguen el mismo objetivo. Hace tres años y medio que lo vengo explicando". Castiglione le replicó con sorna: "Disculpe que haya sido incapaz de entenderlo". A lo que Marcelo le dijo "no hablé de su incapacidad para entenderme, sino de la mía por hacerme entender". Todo con su habilidad para enrarecer el ambiente, con las estilísticas frases que usa para continuar la disputa que le proponen. Pero enumerando conferencias en las que las presiones pudieron más que él, la más recordada será la del 19 de mayo de 2003. Tuvo tiempo aquel mediodía, en tres horas y 30 minutos, para defenderse de los rumores de un golpe mediático para desplazarlo, tras las declaraciones de Julio Grondona a favor de una vuelta de Carlos Bilardo. 

Se lo vio como nunca. Descubrió su verdadera máscara entre tantas, la del hombre apasionado para defenderse. Enfervorizado, vehemente al máximo, en posición de atacado e intolerante. Volvió a discutir con periodistas y a uno de ellos le dijo "usted es mi enemigo". Les preguntó qué propondrían para limar la relación, dejando en claro igualmente, que no se apartaría del sistema de las conferencias, con su explicación: "Si el precio para armonizar con los intereses de los demás es que yo tengo que hacer diferenciaciones, no las voy a hacer. ¿Por qué no discutimos eso, si está bien o está mal que atienda a todos por igual? Y si está mal, díganlo. Porque hay gente que piensa que está mal, lo que pasa es que no puede sostenerlo. ¿Cómo se defiende aquel que dice que una FM de Salta merece un trato inferior al del medio más poderoso de la capital?". 

Días antes de esa conferencia, Osvaldo Ardiles había renunciado a la dirección técnica de Racing Club, tras la eliminación en la Copa Libertadores. Bielsa tenía algo que expresar: "Existe un mensaje social perverso que dice que el que pierde, se tiene que ir. Me da muchísima tristeza que esto se haya convertido en ley. Ardiles, por ejemplo, un tipo bien intencionado, armó un equipo que mereció ganar pero no ganó, y al otro día renunció. Quiere decir que ganaron ustedes", dijo mirando a los periodistas del salón. Y siguió: "Disculpen que diga 'ustedes' porque sé claramente que hay una porción del periodismo que no interpreta las cosas así. Pero está instalado que el que no gana es un imbécil. No sirve más. A Ardiles lo convencieron de que las normas son las que ustedes dicen que son. El, pese a ser progresista, no peleó contra la norma, la aceptó. En los últimos diez años cambiaron las normas: el contenido no importa más, ni tampoco la calidad de los recursos. El mensaje de urgencia que se ha instalado en la Argentina es que todo tiene que ser inmediato". 

Dejó planteada una controversia con la que lucha interiormente. Porque de la misma manera que Ardiles se fue por los resultados asumiendo ser el responsable, él aceptó antes del Mundial que no ganarlo sería un fracaso. Por un lado, piensa que el camino es más importante que la meta en sí; asimismo, permite que el mensaje que se instaló en la sociedad prevalezca sobre el suyo.

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