domingo, 25 de marzo de 2012

El Calibre de las Palabras por Diego La Torre (OLÉ BLOGOLES)


Domingo, 25 de Marzo 2012, 08.10

DIEGO LATORRE

El calibre de las palabras

 Hay un momento en el que el trabajo cotidiano del entrenador queda entregado a las contingencias. Ese momento dura 90 minutos. Los técnicos durante los partidos sólo disponen de un recurso propio para tratar de modificar las cosas: la palabra. Hablando pueden generar diversos efectos de sentido en el equipo. Pero no se trata de una capacidad común en el fútbol. Pocos saben moverse en ese delicado equilibrio de gestionar emociones ajenas.
El entrenador que me enseñó la importancia de la palabra en situaciones límite fue Oscar Washington Tabárez. El Maestro es una mente superior, muy didáctico, conceptual, alguien que rápidamente le saca la ficha al jugador. Nada lo desvía de su eje. Lo experimenté en Boca.Dos charlas suyas me dejaron una huella indeleble.  Ocurrieron en una misma semana de febrero de 1991. La primera fue en su debut por el torneo local, jugando ante Argentinos en la cancha de Vélez. Ganamos 3-1. Al final, estábamos felices, a los abrazos. Sin embargo, el Maestro entró al vestuario y nos dio un sermón. Nos dijo que el equipo no le había gustado, que esa victoria no tenía contenido.
La otra gran charla fue  nada menos que en un superclásico por la Libertadores 91, en la Bombonera. En el entretiempo íbamos perdiendo 3-1, estábamos hundidos, no aparecían las respuestas. Entonces, el Maestro usó el descanso para hacer lo contrario que ante Argentinos: agitar la confianza del grupo. Así, trató de borrar los 45 minutos iniciales. Lo primero que dijo fue “ustedes pueden ganar este partido”. Tal vez esperábamos que nos pusiera a todos contra la pared, que mandara a alguien al rincón. Pero dio una clase excepcional sobre la psicología de un plantel. Tuvo sensibilidad y pulso. Lo que ocurrió después fue la continuidad de ese momento de compostura emocional. Al final ganamos 4-3... 
Esas experiencias fueron nutritivas. Cuando un equipo está jugando mal y se muestra vulnerable, al técnico sólo le queda agitar las fibras más íntimas de los futbolistas. Lo hacía Tabárez, que se movía a otra velocidad. Nunca volví a tener un DT con esa virtud.
Está el técnico que trabaja y no le llega al jugador. Está el que llega y tiene alguna falencia en los ejercicios de campo.Está el que realiza buenos ejercicios de campo y luego no planifica bien los partidos. Pero la realidad es que muypocos cuentan con el don de usar la palabra exacta.Calibrar el concepto con la oportunidad es algo que requiere de una preparación especial. Se necesita un conocimiento polifacético, que exceda los límites de lo táctico, que apele a herramientas de liderazgo. Poco de esto aparece en los usos y costumbres de la mayoría de los DT.
Como el fútbol es reacio a meter en el vestuario a psicólogos, coaching y demás profesionales ligados al campo de la conducta humana, no queda otra que tener un entrenador capacitado para convencer a sus dirigidos en los instantes de ejecución.
La palabra, entonces, puede funcionar como remedio.Cuando todo ya está preparado y ensayado, cuando la pelota está dando vueltas, cuando no alcanza ni lo físico ni lo táctico, se necesita de un conductor con buen timing para el discurso.

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